Sacramentos

Sacramentos
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EL BAUTISMO


El Bautismo es la puerta de entrada a la Iglesia. Por causa del pecado original, nacemos sin la gracia en nuestras almas y así no tenemos posibilidad de ser
amigos de Dios. Jesús vino para llevarnos a la unión con su Padre. Dijo que nadie puede entrar en el Reino de Dios si no nace primero del "agua y del
Espíritu" (Jn.3, 5), refiriéndose al Bautismo:

Jesús le respondió: "Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios.
Juan 3:5


Por el Bautismo, nacemos de nuevo, pero ahora en un nivel espiritual y no físicamente. Somos lavados en el baño de la regeneración (Tit.3, 5):

no por las obras de justicia que habíamos realizado, sino solamente por su misericordia, él nos salvó, haciéndonos renacer por el bautismo y renovándonos por el Espíritu Santo.
Tito 3:5


Somos bautizados en la muerte de Cristo y así participamos de su resurrección (Rom. 6:3-7):

¿No saben ustedes que todos los que fuimos bautizados en Cristo Jesús, nos hemos sumergido en su muerte? Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que así como Cristo resucitó por la gloria del Padre, también nosotros llevemos una Vida nueva. Porque si nos hemos identificado con Cristo por una muerte semejante a la suya, también nos identificaremos con él en la resurrección. Comprendámoslo: nuestro hombre viejo ha sido crucificado con él, para que fuera destruido este cuerpo de pecado, y así dejáramos de ser esclavos del pecado. Porque el que está muerto, no debe nada al pecado.
Romanos 6: 3-7


El Bautismo nos purifica de todo pecado y nos da el Espíritu Santo
y su gracia en nuestras almas (Hech.2, 38; 22, 16; 1 Pe. 3,21):

Pedro les respondió: "Conviértanse y háganse bautizar en el nombre de Jesucristo para que les sean perdonados los pecados, y así recibirán el don del Espíritu Santo.
Hechos 2:38

Y ahora, ¿qué esperas? Levántate, recibe el bautismo y purifícate de tus pecados, invocando su Nombre".
Hechos 22:16

Todo esto es figura del bautismo, por el que ahora ustedes son salvados, el cual no consiste en la supresión de una mancha corporal, sino que es el compromiso con Dios de una conciencia pura, por la resurrección de Jesucristo,
1a Pedro 3:21


 
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La Eucaristía


Una vez que somos miembros de la familia de Cristo, no nos deja morir de hambre,
sino que nos alimenta con su propio cuerpo y Sangre en la Eucaristía. En el Antiguo
Testamento, cuando Israel se preparaba a su salida al desierto, Dios les ordenó
sacrificar un cordero y rociar con su sangre las jambas de sus puertas de manera
que el Angel exterminador pasara de largo. Entonces ellos comieron el cordero
para sellar su alianza con Dios.

Ese cordero prefiguraba a Jesús. El es el verdadero "Cordero de Dios que quita el
pecado del mundo" (Jn.1, 29):

Al día siguiente, Juan vio acercarse a Jesús y dijo: "Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Juan 1:29

Por Jesús nosotros entramos en un nuevo pacto con Dios, que nos libera de la erte eterna.

El pueblo del Antiguo Testamento comió el cordero pascual. Ahora nosotros debemos comer el Cordero que es la Eucaristía. Jesús dijo: "Si no coméis mi carne y no bebéis mi sangre, no tendréis vida en vosotros" (Jn.6, 53):

Jesús les respondió: "Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes.
Juan 6:53


En la ultima cena, tomó pan y vino y dijo:

"Tomad y comed, esto es mi Cuerpo; tomad y bebed, esta es mi Sangre que será derramada por vosotros" Marcos 14: 22-24

De esta manera Jesús instituyó el sacramento de la Eucaristía, el banquete sacrificial q
ue los Católicos consumen en cada Misa.

La Iglesia Católica enseña que el sacrificio de Cristo en la cruz ocurrió "de una vez por todas" y no puede ser repetido (Heb.9, 26-28):

Para ello habría tenido que sufrir muchas veces desde la creación del mundo. Sino que se ha manifestado ahora una sola vez, en la plenitud de los tiempos, para la destrucción del pecado mediante su sacrificio. Y del mismo modo que está establecido que los hombres mueran una sola vez, y luego el juicio, así también Cristo, después de haberse ofrecido una sola vez para quitar los pecados de la multitud, se aparecerá por segunda vez sin relación ya con el pecado a los que le esperan para su salvación.
Hebreos 9: 26-28


Cristo no "muere otra vez" durante la Misa, sino que el mismo sacrificio que sucedió en el Calvario, se hace presente en el altar.

Es por eso que la Misa no es otro sacrificio, sino la participación en el mismo sacrificio de Cristo en la Cruz.

San Pablo nos recuerda que el pan y el vino realmente son convertidos por un milagro de la Gracia de Dios en el Cuerpo y Sangre de Jesús: "Quien coma y beba del cáliz del Señor indignamente, peca contra el Cuerpo y la Sangre del Señor y come y bebe su propia condenación" (1 Cor.11:29):

porque si come y bebe sin discernir el Cuerpo del Señor, come y bebe su propia condenación.
1a Corintios 11:29


Después de la Consagración del pan y del vino, no hay pan y vino en el altar: Jesús
mismo, bajo las apariencias de pan y vino, está sobre el altar.

 
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Penitencia


La Eucaristía nos proporciona la fuerza espiritual para el largo camino hacia la tierra prometida. Pero a veces, en ese camino, tropezamos y caemos en pecado. Dios siempre está listo para levantarnos y restaurar nuestra relación con El. Lo hace por
medio del Sacramento de la Reconciliación o Penitencia.

Jesús dio a sus Apóstoles el poder y la autoridad para reconciliarnos con su Padre. Recibieron el poder del mismo Jesús para perdonar los pecados cuando soplando sobre ellos dijo:

"Reciban al Espíritu Santo. Quedan perdonados los pecados a aquellos que ustedes perdonen y a quienes no libren de sus pecados quedan atados"
Juan 20:22


San Pablo hace notar que:

"todo esto viene de Dios, que nos ha reconciliado consigo mismo por Cristo y nos ha confiado el ministerio de la reconciliación". Así, somos embajadores de Cristo, como si Dios mismo los llamara por nuestra boca.
2a Corintios 5: 18-20


Por mediación de la confesión a un sacerdote, ministro de Dios, somos perdonados
de nuestros pecados y recibirnos la gracia que nos ayuda a resistir tentaciones
futuras.

 
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Confirmación


Dios fortalece nuestras almas de otra manera, por el sacramento de la Confirmación.  Aunque los discípulos habían recibido la gracia antes de la resurrección de Jesús, en Pentecostés el Espíritu Santo vino sobre ellos para fortalecerlos con nuevas
gracias para las dificultades que les esperaban.

Ellos fueron a predicar el Evangelio valientemente y llevaron adelante la misión que Cristo les había confiado. Más tarde ellos impusieron las manos a otros para fortalecerlos de la misma manera (Hech.8.14-17; 9,17):

Cuando los Apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que los samaritanos habían recibido la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Estos, al llegar, oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo. Porque todavía no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente estaban bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo.
Hechos 8: 14-17

Ananías fue a la casa, le impuso las manos y le dijo: "Saulo, hermano mío, el Señor Jesús —el mismo que se te apareció en el camino— me envió a ti para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo".
Hechos 9:17

Por la Confirmación tú también eres fortalecido para vencer los retos espirituales de
la vida.

 
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Matrimonio


La mayoría de la gente está llamada a la vida matrimonial. Por el Sacramento del Matrimonio, Dios concede gracias especiales a las parejas casadas, en las dificultades de la vida, especialmente cuando educan a sus hijos como amorosos seguidores de Cristo. El Matrimonio incluye tres protagonistas: Dios, el novio y la novia. Cuando dos cristianos reciben el Sacramento del Matrimonio, Dios está con
ellos, testificando y bendiciendo su pacto matrimonial. El Sacramento del Matrimonio es permanente: tan solo la muerte puede romperlo. Esta unión santa es un símbolo de la relación de Cristo con su Iglesia (Ef.5, 21-33):

Sean dóciles los unos a los otros por consideración a Cristo:
las mujeres a su marido, como si fuera el Señor, porque el varón es la cabeza de la mujer, como Cristo es la Cabeza y el Salvador de la Iglesia, que es su Cuerpo. Así como la Iglesia es dócil a Cristo, así también las mujeres deben ser dóciles en todo a su marido. Maridos, amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella, para santificarla. Él la purificó con el bautismo del agua y la palabra, porque quiso para sí una Iglesia resplandeciente, sin mancha ni arruga y sin ningún defecto, sino santa e inmaculada. Del mismo modo, los maridos deben amar a su mujer como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo. Nadie menosprecia a su propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida. Así hace Cristo por la Iglesia, por nosotros, que somos los miembros de su Cuerpo. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos serán una sola carne.
Efesios 5: 21-33


 
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Ordenes Sagradas


Otros son llamados a participar de un modo especial del sacerdocio de Cristo. En el Antiguo Testamento, aunque todo Israel era un reino de sacerdotes (Ex.19, 6):

seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa." Estas son las palabras que has de decir a los hijos de Israel."
Exodo 19:6

el Señor llamó a ciertos hombres a un ministerio sacerdotal especial (Ex.19, 22):

aun los sacerdotes que se acercan a Yahveh deben santificarse para que Yahveh no irrumpa contra ellos."
Exodo 19:22


En el Nuevo Testamento, aunque todos los cristianos somos un reino de sacerdotes (1 Pe.2, 9):

Ustedes, en cambio, son una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido para anunciar las maravillas de aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz:
1a Pedro 2:9

Jesús llama a algunos hombres aun sacerdocio especial (Rom.15, 15-16):

Sin embargo, les he escrito, en algunos pasajes con una cierta audacia, para recordarles lo que ya saben, correspondiendo así a la gracia que Dios me ha dado: la de ser ministro de Jesucristo entre los paganos, ejerciendo el oficio sagrado de anunciar la Buena Noticia de Dios, a fin de que los paganos lleguen a ser una ofrenda agradable a Dios, santificada por el Espíritu Santo.
Romanos 15; 15-16


Este Sacramento es llamado Orden Sacerdotal. Con él, los sacerdotes son ordenados y reciben el poder de servir a la Iglesia (2 Tim.1, 6- 7):

Por eso te recomiendo que reavives el don de Dios que has recibido por la imposición de mis manos. Porque el Espíritu que Dios nos ha dado no es un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de sobriedad
2a Timoteo 1: 6-7

como pastores, maestros y padres espirituales, que sanan, alimentan y fortalecen al pueblo de Dios,
especialmente predicando la Palabra de Dios y administrando los Sacramentos.


 
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La Unción de los enfermos


Los sacerdotes cuidan de nosotros cuando estamos físicamente enfermos. Esto lo hacen con el sacramento llamado Unción de los Enfermos.

La Biblia nos instruye:

¿"Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, para que oren sobre él y lo unjan con óleo en el nombre del Señor. La oración de la fe salvará al enfermo; el Señor hará que se restablezca y los pecados que hubiese cometido le serán perdonados"
Santiago 5: 14-15


Ungir a los enfermos no solamente ayuda a soportar la enfermedad, sino también
purifica nuestras almas y nos prepara para el encuentro con Dios.

 
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